viernes, 6 de noviembre de 2009

“LA GUERRA PUEDE SER RETRATADA”

Las guerras van dejando una gran cicatriz a su devastador paso por la vida de las personas que son sus víctimas. Son huellas profundas que nunca se borrarán de sus memorias y que dejarán un legado de dolor, hambruna, pobreza, rebeldía que se mantendrá mientras la gente que está alrededor y afortunadamente no viva situaciones semejantes no pueda ser la voz de aquellos que no pueden gritar porque han sido olvidados.
Es en este momento cuando la fotografía se convierte en un medio de información, concientización y reacción que utilizada eficazmente puede acercarnos a problemas que aunque los creamos ajenos a nosotros no lo son.

Fotografiar un rostro lleno de gestos de angustia y desesperación, y después publicarlo es un acto de valentía. Las imágenes muchas veces tienen una voz más potente y profunda que las mismas palabras. Estos retratos muestran una vida que ningún ser humano debe estar condenado a vivir. Las fotografías son biografías de heridas que se marcan con los malos tiempos que llegan. Esto las hace una fuente valiosa de información sobre la crueldad e injusticia con la que son tratados varios sectores del mundo. Indudablemente tratan de decirnos que algo no esta bien.

Valorar y juzgar la información es dar un gran paso. Empezar por cambiar nuestra visión de las cosas y especialmente de la guerra y de este modo crear una opinión más crítica, sin que nuestras mentes absorban información que altere la realidad de la gente que luchan por sobrevivir en estos lugares donde las armas y las muertes no dan tregua. La conciencia llega con el análisis profundo de las imágenes mostradas en revistas o diarios. Y a la vez esta nos da la oportunidad de hablar por quienes no pueden.

Empezar una batalla incansable en la que las imágenes sean voceras de cada realidad de personas observadoras de masacres y miserias creadas por las guerras. Crear un ambiente de solidaridad y respeto hacia esta gente es lo más lógico. La reacción popular es una herramienta que nos ayuda a apelar al corazón aquellos que buscan victorias provocando conflictos en donde los afectados directos son personas inocentes que no saben porque se les mata.

Puedo concluir entonces que una nueva guerra la podríamos empezar nosotros al publicar imágenes en las que se de a conocer que hemos convertido a nuestro paraíso en un campo de batalla donde las posibilidades de sobrevivir son escasas. Miradas, cuerpos destrozados, lágrimas, bombas, sangre que al observarlas detenidamente en una portada del periódico o de una revista pueden crear un impacto tal que dejaríamos de ser los mismos. Gritaríamos entonces porque las verdades se publiquen retratando claramente aquello que pasa sin que nosotros lo sepamos. Así la fotografía se convertiría en el arma más poderosa con la que expondríamos la realidad.

Fuente: Documental War Photographer, 2001
Por: Maríá Sol Torres y Eugenia Viscarra.