jueves, 17 de diciembre de 2009

Una serie de movilizaciones en distintas urbes expresa el temor ciudadano por el aumento de la delincuencia en el país.

Mientras el Gobierno y la Policía persisten en presentar cifras sobre un supuesto descenso delictivo, cada día aumenta la sensación de que la sociedad está desprotegida, sobre todo frente a una acción cada vez más cruel y sofisticada.

Sería injusto echar sobre los hombros del Gobierno toda la responsabilidad. Existen situaciones de tipo criminal, económico y político que han contribuido, desde hace tiempo, a incrementar la inseguridad en las ciudades del Ecuador. En este aspecto, es ineludible señalar a los regímenes anteriores y a su manera poco seria de asumir el problema.

No obstante, el Régimen y sus aliados en la Asamblea sí deben rendir cuentas al país por las reformas a los códigos Penal y de Procedimiento Penal, las cuales, en parte, tienen directa relación con la multiplicación de hechos delincuenciales. También deben responder por una serie de medidas tomadas como parte de una de las tantas emergencias decretadas por el Gobierno con el objetivo de frenar los asaltos, los robos y los asesinatos.

A estas alturas, la situación es muy grave y a eso se debe la necesidad de los ciudadanos de expresar en las calles su preocupación.

Está claro que, al menos hasta ahora, no ha producido efecto positivo el dotar de más armas a los gendarmes, poner al Ejército en las vías y crear una serie de instancias burocráticas (como secretarías y ministerios) para mejorar la seguridad pública.

La solución, es obvio, no solo depende del Gobierno, pero este, dada su influencia en todos los ámbitos del Estado, tiene la obligación de liderar una acción conjunta y urgente con la Asamblea, la Judicatura, la Fiscalía, la Corte y la Policía Nacional.

Editorial Diario El Comercio



El MiEd0 gL0BaL
Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.

Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.

Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la c0mida.

L0s aut0m0vilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellad0s.

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.

L0s civiles tiene miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.

Es el tiempo del miedo.

Mied0 de mujer a la violencia del hombre y mied0 del hombre a la mujer sin mied0.

Miedo a los ladr0nes, miedo a la policía.

Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.

Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue a lo que puede ser, miedo de m0rir, miedo de vivir.

Eduardo Galeano.

Comentario:

Demasía de inseguridad, delincuentes nacionales y extranjeros, aumento diario de crímenes de tipología variada, asaltos, denuncias, cifras engañ0sas o falsas quizá, m0d0s de represión en t0d0s los medios, cadenas insoportables, enfermedades incurables, cambios climáticos radicales e inentendibles, y últimamente racionamientos de luz eléctrica…es0 y mucho mas es el pan del día en la vida de los ecuatorianos y ecuatorianas.

La inseguridad dentro del país crece y crece, mientras lo contrario sucede con la popularidad del presidente Correa que esta disminuyendo poco a poco; de este ultimo y de la Policía Nacional “incompetente” recibimos cifras de una minoría (INEXISTENTE) en los delitos en las principales ciudades, es un completa falacia la que se nos muestra siendo otra la realidad, una realidad criminal y llena de miedos!!! Leyes que no ayudan al ciudadano al contrario lo desfavorecen en muchos aspectos y le hacen convertirse de algún modo en un preso dentro de su hogar y sus temores. El control en casos como estos debe ser algo sumamente complicado pero es necesario encontrar las maneras de dejar los miedos y de construir un Ecuador mejor, empezando desde nuestras almas y ya no vivir con el temor a respirar a ser y estar!!!

Por: Francisca Espinosa Iza y Raquel Lincango.