sábado, 16 de enero de 2010

TRES AÑOS VIVIENDO LA REVOLUCIÓN CIUDADANA

Rafael Correa tomó las riendas del Ecuador hace tres años cuando la política tradicional en sus múltiples intentos por mantener su poderío veía cómo poco a poco perdía el apoyo popular que siempre mantuvo dentro del marco del favoritismo.

Los forajidos y el derrocamiento de Gutiérrez fueron eventos claves que permitieron expresar la clase de gobiernos y gobernantes que necesitábamos, esto a su vez llevó a vislumbrar una nueva era política que empezaría a tomar cuerpo dentro del Ecuador.

Con nuevas esperanzas los ecuatorianos volvimos a las urnas en el 2006 y le dimos el triunfo al actual presidente. Con el pasar del tiempo la simpatía y gran carácter de este mandatario han causado una verdadera revuelta dentro de los esquemas políticos globales, su frontalidad ha sido blanco de críticas mediáticas que tratan de persuadir al receptor para incrementar la oposición al régimen.

Sin embargo los resultados siguen siendo alarmantes para los veteranos manipuladores de este país, pues la popularidad de Rafael aunque no es la misma que tuvo al asumir el poder sigue siendo mayoritaria. Además el gran liderazgo con el que ha participado a nivel internacional (Unasur, crisis en Honduras) le confirió gran respeto como ser humano comprometido con causas justas.

La revolución ciudadana es una oportunidad que le estamos brindando a nuestro presidente para que con manos limpias y mentes lúcidas pueda encaminar al Ecuador dentro de un sistema que priorice las necesidades de los pobres y reduzca las ganancias de los ricos. Pues dentro de este pequeño territorio estamos despertando de una pesadilla que nos ha quitado el trabajo, el vestido, el alimento pero que nos deja alternativas social como la crítica y la lucha si sentimos que los clamores populares son burlados.

De tal forma sabemos que en lo futuro no pasará gobierno al que se le haga fácil conducir al Ecuador sin escuchar, sin servir y mucho menos sin ser valorado libremente por los pensamientos sociales.

Se comenzó el cambio, ahora debemos fortalecerlo y mantenerlo para sembrar en las nuevas generaciones conciencias que no retrocedan ni que se adhieran al sistema actual como entes de poco criterio y escasa identidad.

Por: María Sol Torres y Eugenia Viscarra